Varsovia subraya la responsabilidad soviética en el aniversario dela invasión nazi de su territorio que desencadenó la contienda bélica
PACO SOTO COLPISA. VARSOVIA/ la Verdad
PACO SOTO COLPISA. VARSOVIA/ la Verdad
El 1 de septiembre de 1939, pocos días después de la firma del pacto Mólotov-Ribbentrop, según el cual la Alemania de Hitler y la URSS de Stalin se comprometían a no atacarse, Polonia fue invadida por las tropas del Tercer Reich. 17 días después, las columnas soviéticas penetraron por la frontera del este supuestamente para hacer frente a la agresión nazi. Polonia recuerda hoy en la ciudad de Gdansk, la antigua Danzig que los germanos pretendían recuperar por las armas, el 70 aniversario de este trágico suceso que desencadenó la Segunda Guerra Mundial. Un total de 22 jefes de Estado y de gobierno, como el jefe del Ejecutivo de la Federación rusa, Vladímir Putin; la canciller alemana Angela Merkel y los primeros ministros de Francia, Italia y Ucrania, François Fillon, Silvio Berlusconi y Yulia Timoshenko, asistirán a los actos oficiales. Barack Obama no acudirá a la cita y la representación de Estados Unidos quedará en manos del consejero de Seguridad Nacional, James Jones, lo que ha causado malestar entre los gobernantes polacos.
El dirigente más esperado a la cita de Gdansk es, sin lugar a dudas, Putin. El primer ministro ruso dirige los destinos de un país que desde los tiempos remotos de los zares hasta la actualidad ha mantenido una relación tormentosa con Polonia. Veinte años después del hundimiento del comunismo, Polonia aún no se ha recuperado de las heridas causadas por los avatares de la historia. Las continuas invasiones rusas y la soviética al acabar la Segunda Guerra Mundial siguen presentes en la memoria colectiva del país.
Para la mayoría de los historiadores polacos, la intervención soviética en Polonia no tuvo como objetivo liberar el país del yugo nazi, sino derrocar a la Alemania de Hitler para controlar el territorio y convertirlo en satélite de los intereses de Moscú, como así sucedió después de la Segunda Guerra Mundial en los Acuerdos de Yalta. «Polonia quiere celebrar el 1 de septiembre de 1939 para que esta fecha quede grabada en la memoria de todos como el mayor cataclismo del siglo XX contra Polonia, provocado por la Alemania nazi y la Rusia soviética», declaró el primer ministro polaco, el liberal Donald Tusk. La tesis de Tusk, que tiende a equiparar los crímenes del nazismo con los del comunismo estalinista, es aceptada por la mayoría de sus conciudadanos, pero rechazada sin contemplaciones por los dirigentes del Kremlin, y es fuente de tensión entre Moscú y Varsovia.
Crispación
La celebración del inicio de la Segunda Guerra Mundial se lleva a cabo en un contexto de enorme crispación entre Varsovia y Moscú, esta vez debido a la difusión por parte rusa de supuestas informaciones que relativizan el pacto de no agresión entre Hitler y Stalin y acusan a Polonia de haber llegado a un acuerdo con la Alemania nazi para atacar a la URSS. Esta visión de los hechos fue difundida por la televisión pública rusa en cuatro ocasiones a través de un documental de dudoso rigor histórico.
A pesar del descontento que este documental causó en la opinión pública polaca, el Gobierno de Tusk prefirió no reaccionar y está a la espera de lo que declare Putin en la celebración de Gdansk. El Ministerio de Defensa ruso también publicó en su página web el artículo de un historiador que acusa a Polonia de haber provocado la Segunda Guerra Mundial y el Servicio Ruso de Información Exterior (SVR) ha anunciado que difundirá próximamente «documentos inéditos» sobre el comportamiento de Polonia durante la guerra.
En este contexto, los medios polacos llevan días agitando a la sociedad en contra de lo que consideran «provocaciones» de Moscú y desde la cúpula dirigente rusa llegan mensajes diferentes y aparentemente contradictorios. Mientras el presidente Dimitri Medvédev rechaza tajantemente la posibilidad de poner al mismo nivel la responsabilidad de la Alemania nazi y de la URSS en la Segunda Guerra Mundial, Putin asegura que está dispuesto a dialogar con Varsovia para superar las desavenencias del pasado. En un artículo publicado ayer en el diario polaco 'Gazeta Wyborcz'a, el premier ruso asegura que quiere «pasar la página» de la guerra, porque «nuestro deber con los muertos y la historia es hacer todo lo posible para que las relaciones ruso-polacas se liberen del peso de la desconfianza y la parcialidad que hemos heredado». Habrá que ver si hoy Putin consigue convencer de su buena fe a los polacos, que no han olvidado que casi nueve millones de sus compatriotas -incluyendo a tres millones de judíos- perdieron la vida durante la Segunda Guerra Mundial.
El dirigente más esperado a la cita de Gdansk es, sin lugar a dudas, Putin. El primer ministro ruso dirige los destinos de un país que desde los tiempos remotos de los zares hasta la actualidad ha mantenido una relación tormentosa con Polonia. Veinte años después del hundimiento del comunismo, Polonia aún no se ha recuperado de las heridas causadas por los avatares de la historia. Las continuas invasiones rusas y la soviética al acabar la Segunda Guerra Mundial siguen presentes en la memoria colectiva del país.
Para la mayoría de los historiadores polacos, la intervención soviética en Polonia no tuvo como objetivo liberar el país del yugo nazi, sino derrocar a la Alemania de Hitler para controlar el territorio y convertirlo en satélite de los intereses de Moscú, como así sucedió después de la Segunda Guerra Mundial en los Acuerdos de Yalta. «Polonia quiere celebrar el 1 de septiembre de 1939 para que esta fecha quede grabada en la memoria de todos como el mayor cataclismo del siglo XX contra Polonia, provocado por la Alemania nazi y la Rusia soviética», declaró el primer ministro polaco, el liberal Donald Tusk. La tesis de Tusk, que tiende a equiparar los crímenes del nazismo con los del comunismo estalinista, es aceptada por la mayoría de sus conciudadanos, pero rechazada sin contemplaciones por los dirigentes del Kremlin, y es fuente de tensión entre Moscú y Varsovia.
Crispación
La celebración del inicio de la Segunda Guerra Mundial se lleva a cabo en un contexto de enorme crispación entre Varsovia y Moscú, esta vez debido a la difusión por parte rusa de supuestas informaciones que relativizan el pacto de no agresión entre Hitler y Stalin y acusan a Polonia de haber llegado a un acuerdo con la Alemania nazi para atacar a la URSS. Esta visión de los hechos fue difundida por la televisión pública rusa en cuatro ocasiones a través de un documental de dudoso rigor histórico.
A pesar del descontento que este documental causó en la opinión pública polaca, el Gobierno de Tusk prefirió no reaccionar y está a la espera de lo que declare Putin en la celebración de Gdansk. El Ministerio de Defensa ruso también publicó en su página web el artículo de un historiador que acusa a Polonia de haber provocado la Segunda Guerra Mundial y el Servicio Ruso de Información Exterior (SVR) ha anunciado que difundirá próximamente «documentos inéditos» sobre el comportamiento de Polonia durante la guerra.
En este contexto, los medios polacos llevan días agitando a la sociedad en contra de lo que consideran «provocaciones» de Moscú y desde la cúpula dirigente rusa llegan mensajes diferentes y aparentemente contradictorios. Mientras el presidente Dimitri Medvédev rechaza tajantemente la posibilidad de poner al mismo nivel la responsabilidad de la Alemania nazi y de la URSS en la Segunda Guerra Mundial, Putin asegura que está dispuesto a dialogar con Varsovia para superar las desavenencias del pasado. En un artículo publicado ayer en el diario polaco 'Gazeta Wyborcz'a, el premier ruso asegura que quiere «pasar la página» de la guerra, porque «nuestro deber con los muertos y la historia es hacer todo lo posible para que las relaciones ruso-polacas se liberen del peso de la desconfianza y la parcialidad que hemos heredado». Habrá que ver si hoy Putin consigue convencer de su buena fe a los polacos, que no han olvidado que casi nueve millones de sus compatriotas -incluyendo a tres millones de judíos- perdieron la vida durante la Segunda Guerra Mundial.
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