07.02.10 - 00:29 -
ZIGOR ALDAMA SHANGHAI./ la Verdad
El músculo militar de Pekín sigue sin poder compararse al de EE UU pese a su despegue económico
La venta de armas de Washington a Taiwán escuece en el gigante porque carece de un Ejército con tecnología punta
La joven Shen Qi tiene problemas para mantener el ritmo de la formación. Su paso es desacompasado, y provoca sonrisas burlonas entre sus compañeros. El oficial de Marina al frente del entrenamiento militar se esfuerza para que el pelotón se mueva al compás, pero, aunque todos están ataviados con ropa de camuflaje, los recién matriculados en Económicas en la Universidad de Estudios Internacionales de Shanghai no responden al canon que marca el Ejército. Ellas están preocupadas por el tono oscuro que adquiere su piel, consecuencia de la exposición al sol sin cremas ni maquillaje, y ellos no pueden dejar de pensar en el último videojuego en red.
No parecen los mejores candidatos para recibir clases de artes marciales, y tampoco se muestran muy dispuestos a dar su vida por la patria. Pero, por mucho que aquí brillen los rascacielos, Shanghai es China y todos los estudiantes sin discapacidad tienen que completar tres fases de adoctrinamiento militar: dos en el instituto y una en el primer año de la universidad.
Y no es que al Partido Comunista le falten efectivos en sus filas. De hecho, son las más nutridas de cualquier ejército. Tanto que, a pesar de que, en teoría, todos los varones de más de 18 años deben acudir a filas durante un tiempo, nunca ha sido necesario reclutar un solo soldado, ya que los voluntarios superan con creces las necesidades del país.
Actualmente, China cuenta con 2,3 millones de militares en activo, y 600.000 más si se cuentan los que están en la reserva. Pero el Gobierno ha decidido que las Fuerzas Armadas pueden servir también de colchón anticrisis, y en 2009 muchos universitarios, sobre todo mujeres, se colgaron los galones como alternativa a enfrentarse a la guerra del mercado de trabajo. No obstante, la mayoría tardará en coger un arma. Porque, como reconoce el oficial del entrenamiento militar de Shen Qi, que prefiere mantenerse en el anonimato, «a pesar de que en CCTV 7 (un canal nacional dedicado al Ejército) se muestren los importantes avances en armamento, lo cierto es que los recursos son escasos».
Sin embargo, el espectacular aumento del presupuesto de Defensa chino, un 17,6% en 2008 y más del 15% el año pasado, pone los pelos de punta en muchas zonas del planeta. Más aún cuando, como ahora, surgen fricciones entre Pekín y Washington. Entonces se disparan las especulaciones sobre la posibilidad de un futuro conflicto armado entre ambas superpotencias. El detonante suele ser Taiwán en la mayoría de los escenarios, aunque también hay analistas que consideran la excusa de un choque económico. En cualquier caso, actualmente todo apunta a que, en esa coyuntura, habría un claro vencedor. Porque, aunque China destina un mayor porcentaje del PIB nacional al Ejército (4,3% frente al 4,06%), las cifras absolutas todavía muestran el abismo que existe en el poderío militar.
Labores ciudadanas
Pekín desembolsa cada año unos 58.000 millones de euros por este concepto, de los cuales el salario de sus efectivos se lleva el 30%. Por su parte, el presupuesto estadounidense alcanza los 370.000 millones. Seis veces más. Si el gasto se calcula por habitante, hacen falta 24 chinos para pagar lo que un estadounidense aporta a sus Fuerzas Armadas. Y, per cápita, EE UU también supera a China en número de efectivos. Hay 4,6 soldados americanos por cada 1.000 ciudadanos, el doble que entre sus homólogos chinos. Y, por otra parte, las tropas chinas están más preocupadas por quitar la nieve de las carreteras que por invadir terceros países.
El gigante asiático no tiene ninguna base fuera de sus fronteras, y sólo cuenta con 300 efectivos destinados a operaciones de combate en el extranjero, que están desplegados en el golfo de Adén para frenar a los piratas. La potencia americana, sin embargo, mantiene 820 instalaciones militares en 135 países, y destina casi 200.000 soldados a sus conflictos en Irak y Afganistán. 56.200 más todavía están estacionados en Alemania, 33.200 en Japón, y otros 28.500 en Corea del Sur. Así, no es de extrañar que EE UU sea también el país en el que la industria armamentística da más trabajo. Concretamente, emplea a 7.844 personas por cada millón de habitantes, frente a los 1.913 de China, que está en decimoquinta posición.
Si se tienen en cuenta las estimaciones que recoge el informe anual del Congreso de EE UU sobre las Fuerzas Armadas chinas, éstas no parecen un enemigo muy poderoso. Las estimaciones de la edición de 2009 recogen que sólo el 20% de la fuerza aérea y el 25% de la fuerza naval de superficie pueden considerarse modernas, mientras que, en la flota de submarinos, la mejor parada de todas, el porcentaje alcanza el 47%. Una nadería si se compara con los sistemas de última generación de Estados Unidos. De ahí que escueza tanto en Pekín el envío de armamento sofisticado a Taiwán.
Ambas naciones son, eso sí, potencias nucleares. Pero, una vez más, la diferencia es tanto cuantitativa como cualitativa. Aunque no existen cifras fiables al respecto, Estados Unidos aventaja a China en número de cabezas nucleares. Y por goleada. 10.300 a 410. Pero también son mucho más avanzados los sistemas con los que las barras y estrellas pueden lanzar y hacer detonar una bomba atómica. Los misiles estadounidenses más sofisticados son capaces de alcanzar objetivos de pocos metros de diámetro, mientras que el arsenal de medio y largo alcance chino es poco fiable y sigue utilizando tecnología rusa modificada por científicos locales.
Submarinos nucleares
De hecho, sus misiles, que suponen el producto estrella de las exportaciones chinas de armamento a países como Pakistán, Irán o Corea del Norte, todavía están propulsados por combustible líquido, y sólo una veintena sería capaz de llegar a Europa o EE UU. Eso sí, los mil artefactos que actualmente apuntan hacia Taiwán son más que suficientes para hacer desaparecer del mapa a la 'isla rebelde', y nuevas variantes de combustible sólido están ya en fase de experimentación. Por si fuera poco, hace unos meses hicieron su aparición pública los primeros submarinos nucleares de la Marina china, que ya tiene puestos sus ojos en la producción de un portaaviones. El objetivo es convertirse en la primera potencia militar sobre el agua para 2020.
A pesar de que el presidente chino, Hu Jintao, asegura que la ambición militar de su país no va más allá de la opción defensiva, y que «siempre será una fuerza para la conservación de la paz mundial y el avance del desarrollo común», pocos dudan de que lo que realmente busca el Gran Dragón es que su fuego provoque tanto temor como su economía. Actualmente, China es la segunda potencia mundial, pero en lo militar está relegada todavía al tercer puesto, por detrás de Rusia. Para hacerse con la medalla de plata sólo existe un camino: modernizar su arsenal.
Por eso, el anuncio de que España intentará utilizar la presidencia de la UE para levantar el embargo de armas que pesa sobre el país asiático desde la matanza de Tiananmen, en 1989, ha sido acogido en Pekín con inmensa alegría.
ZIGOR ALDAMA SHANGHAI./ la Verdad
El músculo militar de Pekín sigue sin poder compararse al de EE UU pese a su despegue económico
La venta de armas de Washington a Taiwán escuece en el gigante porque carece de un Ejército con tecnología punta
La joven Shen Qi tiene problemas para mantener el ritmo de la formación. Su paso es desacompasado, y provoca sonrisas burlonas entre sus compañeros. El oficial de Marina al frente del entrenamiento militar se esfuerza para que el pelotón se mueva al compás, pero, aunque todos están ataviados con ropa de camuflaje, los recién matriculados en Económicas en la Universidad de Estudios Internacionales de Shanghai no responden al canon que marca el Ejército. Ellas están preocupadas por el tono oscuro que adquiere su piel, consecuencia de la exposición al sol sin cremas ni maquillaje, y ellos no pueden dejar de pensar en el último videojuego en red.
No parecen los mejores candidatos para recibir clases de artes marciales, y tampoco se muestran muy dispuestos a dar su vida por la patria. Pero, por mucho que aquí brillen los rascacielos, Shanghai es China y todos los estudiantes sin discapacidad tienen que completar tres fases de adoctrinamiento militar: dos en el instituto y una en el primer año de la universidad.
Y no es que al Partido Comunista le falten efectivos en sus filas. De hecho, son las más nutridas de cualquier ejército. Tanto que, a pesar de que, en teoría, todos los varones de más de 18 años deben acudir a filas durante un tiempo, nunca ha sido necesario reclutar un solo soldado, ya que los voluntarios superan con creces las necesidades del país.
Actualmente, China cuenta con 2,3 millones de militares en activo, y 600.000 más si se cuentan los que están en la reserva. Pero el Gobierno ha decidido que las Fuerzas Armadas pueden servir también de colchón anticrisis, y en 2009 muchos universitarios, sobre todo mujeres, se colgaron los galones como alternativa a enfrentarse a la guerra del mercado de trabajo. No obstante, la mayoría tardará en coger un arma. Porque, como reconoce el oficial del entrenamiento militar de Shen Qi, que prefiere mantenerse en el anonimato, «a pesar de que en CCTV 7 (un canal nacional dedicado al Ejército) se muestren los importantes avances en armamento, lo cierto es que los recursos son escasos».
Sin embargo, el espectacular aumento del presupuesto de Defensa chino, un 17,6% en 2008 y más del 15% el año pasado, pone los pelos de punta en muchas zonas del planeta. Más aún cuando, como ahora, surgen fricciones entre Pekín y Washington. Entonces se disparan las especulaciones sobre la posibilidad de un futuro conflicto armado entre ambas superpotencias. El detonante suele ser Taiwán en la mayoría de los escenarios, aunque también hay analistas que consideran la excusa de un choque económico. En cualquier caso, actualmente todo apunta a que, en esa coyuntura, habría un claro vencedor. Porque, aunque China destina un mayor porcentaje del PIB nacional al Ejército (4,3% frente al 4,06%), las cifras absolutas todavía muestran el abismo que existe en el poderío militar.
Labores ciudadanas
Pekín desembolsa cada año unos 58.000 millones de euros por este concepto, de los cuales el salario de sus efectivos se lleva el 30%. Por su parte, el presupuesto estadounidense alcanza los 370.000 millones. Seis veces más. Si el gasto se calcula por habitante, hacen falta 24 chinos para pagar lo que un estadounidense aporta a sus Fuerzas Armadas. Y, per cápita, EE UU también supera a China en número de efectivos. Hay 4,6 soldados americanos por cada 1.000 ciudadanos, el doble que entre sus homólogos chinos. Y, por otra parte, las tropas chinas están más preocupadas por quitar la nieve de las carreteras que por invadir terceros países.
El gigante asiático no tiene ninguna base fuera de sus fronteras, y sólo cuenta con 300 efectivos destinados a operaciones de combate en el extranjero, que están desplegados en el golfo de Adén para frenar a los piratas. La potencia americana, sin embargo, mantiene 820 instalaciones militares en 135 países, y destina casi 200.000 soldados a sus conflictos en Irak y Afganistán. 56.200 más todavía están estacionados en Alemania, 33.200 en Japón, y otros 28.500 en Corea del Sur. Así, no es de extrañar que EE UU sea también el país en el que la industria armamentística da más trabajo. Concretamente, emplea a 7.844 personas por cada millón de habitantes, frente a los 1.913 de China, que está en decimoquinta posición.
Si se tienen en cuenta las estimaciones que recoge el informe anual del Congreso de EE UU sobre las Fuerzas Armadas chinas, éstas no parecen un enemigo muy poderoso. Las estimaciones de la edición de 2009 recogen que sólo el 20% de la fuerza aérea y el 25% de la fuerza naval de superficie pueden considerarse modernas, mientras que, en la flota de submarinos, la mejor parada de todas, el porcentaje alcanza el 47%. Una nadería si se compara con los sistemas de última generación de Estados Unidos. De ahí que escueza tanto en Pekín el envío de armamento sofisticado a Taiwán.
Ambas naciones son, eso sí, potencias nucleares. Pero, una vez más, la diferencia es tanto cuantitativa como cualitativa. Aunque no existen cifras fiables al respecto, Estados Unidos aventaja a China en número de cabezas nucleares. Y por goleada. 10.300 a 410. Pero también son mucho más avanzados los sistemas con los que las barras y estrellas pueden lanzar y hacer detonar una bomba atómica. Los misiles estadounidenses más sofisticados son capaces de alcanzar objetivos de pocos metros de diámetro, mientras que el arsenal de medio y largo alcance chino es poco fiable y sigue utilizando tecnología rusa modificada por científicos locales.
Submarinos nucleares
De hecho, sus misiles, que suponen el producto estrella de las exportaciones chinas de armamento a países como Pakistán, Irán o Corea del Norte, todavía están propulsados por combustible líquido, y sólo una veintena sería capaz de llegar a Europa o EE UU. Eso sí, los mil artefactos que actualmente apuntan hacia Taiwán son más que suficientes para hacer desaparecer del mapa a la 'isla rebelde', y nuevas variantes de combustible sólido están ya en fase de experimentación. Por si fuera poco, hace unos meses hicieron su aparición pública los primeros submarinos nucleares de la Marina china, que ya tiene puestos sus ojos en la producción de un portaaviones. El objetivo es convertirse en la primera potencia militar sobre el agua para 2020.
A pesar de que el presidente chino, Hu Jintao, asegura que la ambición militar de su país no va más allá de la opción defensiva, y que «siempre será una fuerza para la conservación de la paz mundial y el avance del desarrollo común», pocos dudan de que lo que realmente busca el Gran Dragón es que su fuego provoque tanto temor como su economía. Actualmente, China es la segunda potencia mundial, pero en lo militar está relegada todavía al tercer puesto, por detrás de Rusia. Para hacerse con la medalla de plata sólo existe un camino: modernizar su arsenal.
Por eso, el anuncio de que España intentará utilizar la presidencia de la UE para levantar el embargo de armas que pesa sobre el país asiático desde la matanza de Tiananmen, en 1989, ha sido acogido en Pekín con inmensa alegría.
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