martes, 14 de abril de 2009

El semanario 'The Economist' repasa las opciones que tienen las empresas españolas para aprovechar el Plan Obama de inversiones en obra pública y reno

"España no puede hacer mucho para cambiar los estereotipos de toros y flamenco"
ELPAÍS.com - Madrid - 13/04/2009 / El País.com
La economía española y sus empresas vuelven a la prensa económica internacional, esta vez de mano de The Economist, uno de los semanarios que más atención ha prestado a la evolución de la crisis en España. Si en septiembre hablaba de España recordando la historia del cerdo que creía que podía volar, en noviembre se refería al fin de fiesta en la economía española al tiempo que alababa el sistema bancario español como un buen método para evitar la crisis.
En su artículo de esta semana, Big in America?, The Economist subraya las dificultades que tendrán las empresas españolas para triunfar en EE UU y desprenderse de ciertos tópicos y asegura que parece "un poco ambicioso" pretender que en aquel país se reconozca el valor tecnológico de las compañías españolas.
Todo esto viene a raíz de la campaña Made in/ by Spain presentada por los Príncipes de Asturias a mediados de abril en Nueva York. El proyecto trata de dar a conocer a las empresas españolas y de que aprovechen su potencial para conseguir una parte de los 317.000 millones de dólares que pretende gastar la administración estadounidense en infraestructuras y energías renovables, dos de los fuertes de la industria española.
The Economist subraya el "escepticismo" que a su juicio existe en el empresariado español sobre las posibilidades de que esta campaña sirva para cambiar "los estereotipos de toros y flamenco" sobre los que asegura, "no se puede hacer mucho".
La publicación británica pondera a empresas españolas como Iberdrola, Ferrovial o ACS, pero avisa de las pocas posibilidades que tienen de beneficiarse de los planes del gobierno de Barack Obama y, sobre todo, de la poca repercusión que eso tendría en la economía española, porque los trabajos serán para estadounidenses, los impuestos para EE UU y los beneficios para los accionistas. Además, aunque hay empresas que estarán "felices" de ser representadas por el Gobierno, otras "prefieren ser vistas como firmas globales", asegura el semanario.

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